domingo, 3 de agosto de 2008

Lo prometido es deuda

Les prometí que mi próxima entrada trataría sobre Aníbal, el canto y la música.
En la entrada anterior, dije que un bebé ya es una persona desde el mismo momento de su nacimiento, y ya tiene sus propios gustos.

Hay quienes dicen que si una embarazada escucha música clásica, el niño que nacerá, gustará de la misma. Yo no pude verificar eso, pues ni a mi esposo ni a mí, nos interesaba la música clásica, y no la escuchábamos antes de que nazca nuestro bebé. Pero sí, descubrí que un bebé ya tiene sus propios gustos. Es muy probable que su madre pueda influir en ellos, al escuchar cierto tipo de música durante el embarazo, pero no fue nuestro caso.

Mi esposo y yo escuchábamos mucha música, cuando esperábamos a Aníbal, pero no clásica. Escuchábamos la música de moda en esa época.
Un día, recorriendo el dial de un aparato de radio, buscando la música de moda, Aníbal comenzó a gritar y a señalar el mismo. Todavía no hablaba. Como no entendíamos lo que le pasaba, y seguía en la misma actitud, aún cuando ya habíamos sintonizado una emisora que transmitía música moderna, volvimos a recorrer el dial porque supusimos que quería escuchar algo que oyó en otra emisora. Sólo se calmó cuando nos detuvimos en una emisora que reproducía música clásica.
Estaban difundiendo una obra completa. Para nuestro gusto en esos momentos, era demasiado. A los pocos minutos de escuchar, quisimos cambiar de estación. Pero Aníbal no nos dejó. Sólo pudimos hacerlo, cuando finalizó la reproducción y comenzó a hablar el conductor del programa.

Durante su primera infancia, Aníbal, siempre se mostró interesado por la música y los instrumentos musicales. Como veíamos esa inclinación en él, cada vez que tuvimos la oportunidad, le regalamos tamborcitos, pianitos, guitarritas y acordeones de juguete. Siempre estuvo muy contento con ellos. A los cuatro años, su padre le regaló una guitarra. Pero no es fácil hacer sonar melodiosamente, una guitarra. Recién a los seis años quiso aprender a tocarla. Y aprendía con facilidad. Llegó hasta el segundo año del profesorado de música. Gracias a escucharlo practicar, nació mi gusto por la música clásica. Es para otra entrada, el por qué no finalizó la carrera.

Con respecto a lo que les dije sobre lo mucho que entienden y la memoria de los bebés, quiero contarles que siempre le cantaba la misma canción, para cuando estaba por dormir, de muy bebé. Cuando fue más grandecito perdí esa costumbre. Habían pasado unos tres meses, y un día, cuando ya había comenzado a balbucear, se puso a cantar, a media lengua, esa misma canción.

Sobre el bebé del video, quiero hacer notar la alegría que muestra al escuchar la quinta sinfonía de Beetoven y lo bien que entona, para su corta edad. Si ese bebé fue estimulado en su gusto por la música clásica, quizá hoy sea un buen músico.

No quiero decir, con esto, que todos los bebés serán músicos, si los estimulamos. Lo que sí quiero decir es que debemos observar sus aptitudes, y alentarlo para que las desarrolle. Hasta que sea adulto, quizá cambie de gusto por las diferentes disciplinas, unas cuantas veces. Y no está mal, va probando lo que le parece que le interesa, hasta que por fin, se decide. Nosotros podemos ayudarlo apoyando todas sus inquietudes.

Elizabeth


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